Mujeres en control: De las futbolistas que dijeron “¡Basta!” al abuso sexual

¡Bravo a las jugadoras de la NWSL! ¡Bravo a las futbolistas venezolanas! ¡Y ánimo a las que faltan por salir de las garras de algún depredador sexual! Les exhorto a tomar ese difícil primer paso: rompan el silencio.

Un ‘hasta aquí’ rotundo

Lamentable. Impensable. Triste. Horroroso.

Ningún caso de abuso y acoso sexual me dejará de dar asco. Y miedo.

Hablemos de lo acontecido este mes de octubre en el futbol femenino, pues hay tela de donde cortar.

Primero, explotó el escándalo de la liga de futbol profesional femenino de los Estados Unidos, la National Women’s Soccer League (NWSL, por sus siglas en inglés). Paul Riley, uno de los entrenadores más prominentes de la NWSL fue despedido como técnico del North Carolina Courage, pero por las cosas que hizo mientras era entrenador del Portland Thorns en 2015. Dos jugadoras, Sinead Farrelly y Meleana ‘Mana’ Shim, denunciaron a Riley por conducta sexual inapropiada, abuso sexual y coerción sexual mientras fue su entrenador en el equipo de Portland. U.S. Soccer y la FIFA investigan. A los que reaccionen y digan, “Pero, ¿por qué se esperaron seis años para reportarlo?”, primero les diré que el abuso sexual es un tema muy delicado donde el silencio y el temor demasiadas veces dejan ganar al abusador. Sin embargo, en este caso en particular tenemos el testimonio de Megan Rapinoe y Alex Morgan, dos estrellas de la selección estadounidense y de la liga, quienes aseguran que la NWSL estaba al tanto del abuso desde hace años y no tomó acción. Así que Riley siguió trabajando con futbolistas y, así, siguió, posiblemente, acosando y abusando.

La NWSL cayó en una crisis de inmediato, o mejor dicho, profundizó su crisis. La comisionada de la liga, Lisa Baird, renunció. Se pospusieron los partidos de ese primer fin de semana de octubre. Y digo que profundizó su crisis porque el mes pasado fue despedido el entrenador Richie Burke del Washington Spirit por supuesto abuso verbal dirigido a las jugadoras y por comentarios racistas. Violó una nueva póliza anti-acoso que jugadoras como Alex Morgan habían empujado a la liga a implementar antes este año.

Como si fuera poco, en julio el OL Reign mintió sobre por qué destituyó a su entrenador, Farid Benstiti, inventándose que era por resultados cuando en realidad se debía al abuso verbal hacia las jugadoras, quienes radicaron quejas formales. He aquí otra situación donde los abusos fueron reportados años antes – por la mediocampista de la selección nacional de los EE.UU., Lindsey Horan –, pero ignorados.

En fin, la NWSL ya tenía múltiples indicios de un sistema fallido y caótico desde hace bastante tiempo. Ahora no solo intentarán arreglar el sistema de la primera división, la NWSL, sino que el futbol profesional femenino de los Estados Unidos anunció esta semana que estará añadiéndole otra dimensión a ese sistema, pues lanzará en 2023 una División II, la USL Super League.

Solo días después del despido de Riley, la goleadora Deyna Castellanos difundió un comunicado encabezando un grupo de 24 futbolistas venezolanas que denunció al ex seleccionador nacional Kenneth Zseremeta de haber abusado sexualmente de una de ellas desde que tenía 14 años, además de haberlas sometido a acoso físico y psicológico. El viernes pasado la Justicia venezolana emitió una orden de arresto contra Zseremeta y también contra el asistente técnico William Pino, quien fue señalado por las futbolistas como cómplice en el abuso.

Es encomiable cuán rápido tomó acción el Ministerio Público de Venezuela y estaremos pendientes al rumbo de su investigación. Enviaría un mensaje importantísimo que retumbaría por todo el globo si su investigación culmina en una condena del extécnico y del asistente de la Vinotinto femenina. Mientras tanto, las jugadoras venezolanas han recibido el apoyo público de la actual seleccionadora, Pamela Conti, y de la Federación Venezolana de Futbol (FVF).

Sabia es (esta) Mamá

Además de mi ojo crítico como periodista en este caso, les ofrezco mi punto de vista como madre de una adolescente que ha practicado deporte, aunque no a nivel profesional. A medida que crecen nuestros hijos, poco a poco vamos soltando las riendas. Les vamos dando las herramientas, creemos, para defenderse en la vida sin nosotros. A su vez, los padres confiamos en aquellos que están en las posiciones de poder, como los entrenadores, para cuidarles y guiarles siempre. Al principio, el bebecito se mete a la piscina con su madre o padre para sus primeras clases de natación; solo flota en los brazos seguros de mamá o papá para perderle miedo al agua y poco a poco aprender a soplar burbujas. A la larga comienza el niño o la niña a participar en alguna actividad, como el baile, las clases de artes marciales o los deportes organizados. Los padres tal vez estamos en todas las prácticas, pero con el tiempo no podemos quedarnos en todas, “Te busco al ratito; pórtate bien”.

El trato implícito es que el niño debe respetar al instructor, coach o entrenador. La segunda parte se asume también, ¿no?… que el entrenador y todo el personal del equipo respetarán a mi hijo. En mi caso, como madre soltera de una hija única, la expectativa es mi cuerda salvavidas: mi hija lo es todo para mí.

Amigos, lo que vamos aprendiendo más y más es que no debemos asumir esa segunda parte, de que un adulto actuará responsablemente. Desgraciadamente, aquel que tiene la tendencia hacia un comportamiento de conducta sexual inapropiada podría ver cualquier circunstancia como oportunidad si no se establecen límites claros. En los deportes juveniles, asegúrense de que es un tema que se hable… primero, para saber la actitud del entrenador o entrenadora, pero también conversen con su hija o hijo y observen su lenguaje corporal. No hay nada como el instinto de madre y padre. Si no pueden estar en todas las prácticas, aparezcan un día inesperadamente. ¿Ven algo raro? Consulten con otros padres a ver qué piensan.

Háganme caso, pues es cierto lo que dice la película de Disney ‘Enredados’, “Sabia es Mamá”.

Lecciones que dejó el caso Nassar de la gimnasia

El caso reciente más famoso y espeluznante de abuso sexual es el de Larry Nassar. El ex médico de USA Gymnastics abusó sexualmente de más de 100 niñas y jóvenes, incluyendo a estrellas del equipo olímpico estadounidense como Simone Biles y Aly Raisman. En 2017 fue condenado a 60 años en prisión federal por cargos de pornografía infantil. Además, en 2018 Nassar fue condenado a hasta 175 años en prisión estatal de Michigan luego de declararse culpable de siete cargos de conducta sexual criminal.

El caso Nassar indicaba que había un problema mucho más amplio en USA Gymnastics, porque ¿quién abusa de más de 100 niñas y jóvenes sin que al menos alguien se haga de la vista larga? Varias gimnastas han declarado sobre el encubrimiento dentro de USA Gymnastics y los Comités Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos en torno al abuso de Nassar; incluso Biles declaró recientemente que el FBI tenía conocimiento sobre los hechos con antelación y se tardó en investigar.

¿O tal vez había más abusadores? De hecho, el ex entrenador del equipo de gimnasia de los Estados Unidos, John Geddert se suicidó en febrero de este año, apenas horas después de ser acusado de dos docenas de crímenes que surgieron de alegatos de que abusó bajo su cuidado.

Lo vimos con el caso Nassar, lo vimos con todos los despidos y renuncias en la NWSL, lo vimos con Zseremeta: Una manzana podrida daña a las demás. O sea, que si hay un abusador, habrá más o esa persona ya tiene quien(es) encubra(n) sus malas intenciones y nefastas acciones. Cuando un sistema se rompe no hay que rendirse. La solución es atacar el problema de frente.

¿Cómo prevenir y detener el abuso sexual en los deportes?

Mi recomendación para prevenir y para detener el abuso sexual es simplemente hablar. Hablar en todos los sentidos.

Como no existe tal cosa como un “problemita” de abuso sexual, la clave es evitar que nazca. De lo contrario, hay que combatirlo lo antes posible.

Por el lado preventivo, no sugiero que ningún padre amenace a un entrenador, como por ejemplo, “Más vale que no le hagas nada a mi hija/o”. Lo primero es hablar como acción preventiva. No hay que esperar hasta que ocurra el abuso sexual para hablar sobre su existencia.

Los entrenadores, los ejecutivos, las jugadoras/es y hasta los padres deben firmar políticas sobre el acoso sexual y el cyberbullying. ¿Obvio, no? Pero no me refiero a que firmen un papelito en un despacho o en línea y ya. Debe haber reuniones en grupo donde se habla de la política del equipo, se muestren videos y se ofrezcan opciones de cómo reportar o denunciar maltrato.

Dichas políticas sobre el acoso sexual son iguales a las de cualquier lugar de empleo hoy en día. Ah, sí, es que un equipo profesional es un lugar de empleo… Pero incluso el tema se debe abordar con los niños y niñas mayores de 10 años, más o menos. A esa edad ya están expuestos al internet y entienden cómo estar pendientes al peligro. Ellos escucharán.

La solución ante un problema de abuso sexual en activo es cortarlo de raíz, frenar patrones como el de Paul Riley, y combatir ese mal sistémico lo antes posible. Pero para alguien poder reportar que está siendo abusado o acosado sexualmente, hacen falta varias cosas: la capacidad de reconocer lo que es abuso, para lo cual sería útil la explicación y el video mencionados arriba; saber a quién recurrir; tener autoconfianza, algo que el abusador le va quitando a la víctima; y no sentirse aislado, sentimiento que también inculcan los abusadores.

¿Qué tal si hay alguien del equipo, asignado para consultar con cada jugadora con cierta frecuencia sobre si hay algo raro o incómodo que ha estado pasando recién? No es mala idea tener un consejero o asesor disponible para hablar con las jugadoras y el personal del equipo por igual para discutir toda situación al momento.

Las secuelas del abuso sexual

Este mes las futbolistas estadounidenses y venezolanas mostraron ser fuertísimas por el simple hecho de haber roto el silencio, de haber expuesto a varios agresores. Sin embargo, esa valentía no borra el daño emocional ni físico, no evita las pesadillas. Es lo más triste y horroroso de todo esto, a mi juicio. Pienso que recibir ayuda psicológica es otro paso positivo que deberían tomar las víctimas de abuso sexual para reconstruir su autoestima.

Un estudio publicado en 2010 por la revista médica Mayo Clinic Proceedings, llamado “Sexual Abuse and Lifetime Diagnosis of Psychiatric Disorders: Systematic Review and Meta-Analysis”, concluyó que las víctimas de abuso sexual tienen un más alto riesgo de recibir un diagnóstico vitalicio de múltiples trastornos psiquiátricos, incluyendo ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, trastornos del sueño, trastorno de estrés postraumático e intentos de suicidio.

Vuelvo a hacer referencia a la gimnasta Simone Biles. Ella entró a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como la máxima estrella del equipo estadounidense, pero algo repentino le impidió seguir. Eran los ‘twisties’, diría. Pero luego Biles trazó su ansiedad al abuso sexual de Larry Nassar, el trauma con el cual había estado lidiando durante siete años. Iba a competir para que Nassar no le quitase ese regocijo desde su celda en la cárcel, pero el espectro del abuso la persigue. Eso es el abuso sexual.

¿Por qué miedo al abuso sexual? Hablar y educar es la clave

Escribí al principio que el abuso sexual me da miedo. Así es. Miedo y ganas de llorar. Su naturaleza furtiva y malvada me hacen sentir miedo por todas aquellas que quedan en las sombras todavía. Miedo por las niñas, jóvenes y mujeres que sufren y sufrirán indefensas. Pero el miedo no me hace bajar los brazos, sino querer ayudar a defenderlas, a trazar un camino más seguro.

En mi opinión, no hay un pozo lo suficientemente profundo donde se pueden ir a podrir los abusadores y acosadores de este mundo. Me atrevo a expresarla pues espero que este escrito les inspire a tomar cartas en el asunto en su esquina del mundo, dondequiera que estén. Todos podemos hacer algo. Démosle una voz fuerte a las niñas y niños para que ningún monstruo les quite la alegría de jugar, la alegría de vivir. En conclusión, mi recomendación es hablar y educar sobre el acoso sexual, en muchos niveles – empezando por el deporte juvenil y culminando con el deporte profesional. Y es un tema extremadamente urgente.

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