El 25 de septiembre de 2018, Isco entró en el quirófano. Tras una rápida y sencilla intervención salió sin el apéndice, una bolsa en forma de dedo que se proyecta desde el colon en el lado inferior derecho del abdomen y que en nada influye en la manera de jugar al fútbol. Al menos hasta esa operación. Porque al Hospital Sanitas La Moraleja de Madrid entró un jugador rebosante de fútbol del que n

o se ha vuelto a tener noticias. Es como si la extracción del apéndice hubiera supuesto la anulación de un futbolista capaz de justificar el precio de una entrada o ir al estadio en una noche de perros.
Tres años después de esa operación nada nos queda del jugador que a base de pases, regates, goles y golpes de genio fue capaz de llevarse por delante algo tan enorme en los planes deportivo-estratégicos del Real Madrid como era la

BBC

.
El derrumbamiento de

Lopetegui

tuvo mucho que ver con esa operación. Su Madrid, su idea, bailaba al ritmo que marcaba

Isco

y la danza se detuvo en seco la mañana en la que el malagueño se presentó en

Valdebebas

con dolores abdominales. Su veloz regreso para ser titular en el Cam Nou el día del 5-1 de nada sirvió.
La caída de

Julen

se llevó por delante a

Isco

. Perdió al técnico que jugaría a ciegas a la ruleta rusa con él de su lado y optó por rebelarse. Pero erró el camino. Eligió enfrentarse de manera directa con

Solari

y se olvidó de que a ese tipo de guerras solo se puede ir con en fútbol con rendimiento por delante. Isco se enfadó hasta pasar los límites de lo que un vestuario puede tolerar.
La salida de Solari y el regreso de

Zidane

se pudo interpretar como una victoria de Isco. En realidad no fue más que otro paso en una caída de la que aún no sabemos dónde puede estar el límite.
Son ya tres años sin el fútbol de Isco. Ahora el

Camp Nou

, lugar de su última titularidad con Lopetegui, vuelve a aparecer en el presente del Madrid. Manda

Ancelotti

, el entrenador con el que llegó al Madrid en el verano de 2013. No se sabe si Isco estará recuperado de sus problemas cervicales. Como no se sabe si

Isco

forma parte ya de esa raza de jugadores que nos hicieron imaginar que estábamos ante un jugador de otra dimensión, pero que ellos mismos se encargaron de desactivar una fórmula que parecía mágica. Por desgracia, eso parece más real que el anhelo de volver a ver al 22 en su mejor versión.
De todas formas, no estaría mal localizar al médico que operó a Isco y preguntarle si no habría manera de volver a colocarle aquel apéndice no vaya a ser que lo del malagueño sea como lo de las melenas de

Sansón

. Y que ese doctor sea su

Dalila

.

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