El Real Madrid no escapa a la realidad del fútbol de hoy en día y tanto técnicos como dirigentes han visto la necesidad de dotar al equipo de potencia, fuerza e intensidad, especialmente en el centro del campo.

Carlo Ancelotti ha sido el primero en demandar un poco de esa fuerza para la medular blanca en su intento de poner en práctica un fútbol vertical y poderoso. Camavinga dará ese plus de energía que se une a la de Fede Valverde. Pero el objetivo es ampliar aún más ese perfil, en una clara apuesta por el músculo.

Aurilien Tchouameni (21 años) es el que más gusta en el entorno madridista. El jugador del Mónaco reúne todo lo que buscan desde el Real Madrid. Los informes no admiten duda alguna. La carrera para lograr el fichaje del jugador del Mónaco no será sencilla, pero el equipo madridista va a pelear por lograr el fichaje del internacional francés.

No se desprecia lo que hay, pero sí que es cierto que hay preocupación y se va a intentar solucionar ese déficit que existe en la actualidad, con un centro del campo poblado de artistas con Kross y Modric como ejemplo y referencia durante la última década. Todo evoluciona y el fútbol, también. Además, la posición de mediocentro tan solo cuenta con Casemiro como especialista, más la aportación de Antonio Blanco, más cerebro que destructor y que seguirá alternando durante esta campaña primer equipo y el Castilla de Raúl.

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Zidane ya lo quiso solucionar con Pogba

Zinedine Zidane peleó por conseguir el fichaje de Paul Pogba durante varios años. El francés, que por cierto no termina de renovar con el Manchester United, representa a la perfección lo que demanda el momento del fútbol como es la verticalidad, músculo, fuerza, potencia y, de paso, visión de juego y habilidad con el balón. Por eso el técnico lo quiso tener a su lado.

El problema de Pogba siempre ha sido cierta debilidad defensiva, pero si no terminó fichando por el Real Madrid fue por su alto coste salarial. El centrocampista podría haber sido la referencia madridista en ese necesario cambio de manera de entender el juego y que ahora puede encarnar Camavinga.

El fútbol de hoy en día se ha convertido en un deporte en el que prima por encima del talento, la fuerza y la intensidad. Los entrenadores, con independencia de la categoría, quieren dotar a sus equipos de potencia, de alto voltaje, incluso dándole prioridad respecto al buen trato hacia el balón. Es curioso, pero es más fácil encontrar un equipo que presione bien a otro que su habilidad sea la de romper esa presión.

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Poderío en la medular

El centro del campo campeón del mundo estuvo formado por Pogba, Kanté y Matuidi, jugadores en los que prima el físico. La Italia campeona de Europa formó en la medular con Jorginho, Barella y Verrati, futbolistas que no dan un balón por perdido. Jorginho también fue campeón de Europa con el Chelsea junto al incansable Kanté, Havertz y Mount.

Dentro de esa búsqueda de poderío físico que han iniciado todos los grandes equipos (no han escapado a esa tendencia), el Real Madrid lleva tiempo peinando el mercado con esa idea en la cabeza de los técnicos. No es una labor del pasado verano, tal y como se demostró con Camavinga, jugador que con 15 años ya estaba en el radar blanco y que firmó con el Real Madrid en el penúltimo día de mercado con 18 años, para alegría de Ancelotti. El ex del Rennes ha llegado para aportar fútbol, presencia y verticalidad.

Con Tchouameni ha sucedido algo parecido. Los primeros informes hablan de su época del Girondins, equipo que le traspasó al Mónaco en el verano de 2019. La pandemia retrasó un año la explosión del mediocentro, pero la pasada campaña fue decisivo en la pelea que su equipo mantuvo hasta el final por hacerse con el titulo de la Ligue 1.

Sus últimos meses han sido arrolladores. Tchouameni ha pasado de ser un sub 21 con proyección a debutar con la absoluta en el pasado mes de septiembre, para pasar a ser titular en la selección campeona del mundo un mes después, lo que ha disparado la carrera del centrocampista y, claro está, su cotización.

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