NFL 2021 Día 30 de la Previa MARCA Claro de cara a la temporada 2021
Por primera vez en mucho tiempo, hay expectativas importantes en el norte de Nueva York. La temporada pasada los Bills soñaban con los Playoffs, pero la evolución de Josh Allen a nivel MVP les dio su mejor temporada desde los cuatro viajes al hilo al Super Bowl.
Con básicamente todos de vuelta, en Buffalo sueñan con lo más alto. Pero como todo en la AFC: si quieres llegar al Super Domingo, hay que pasar por los Chiefs de Mahomes, y eso requeriría tener la localía en la postemporada, primer objetivo que luce complicado con una división mejorada y, sobre todo, el viaje a Arrowhead a mitad de temporada.
Previo al Draft de 2018, nadie veía a Josh Allen como un prospecto imperdible. Había muchas dudas del jugador de Wyoming, quien nunca alcanzó siquiera el 60% de pases completos en su carrera colegial. De hecho, había muchos que hablaban de que sería un fracaso.
Su inicio en la NFL fue complicado, completando apenas 52.8% de sus pases en su primera campaña, con más intercepciones (12) que touchdowns (10). Parecía un caso perdido, pero Brian Daboll fue al laboratorio y diseñó un esquema para rescatarlo, demostrando la importancia del buen coacheo.
Sus números totales mejoraron en 2019 (58.8% completos, 20 TDs, 9 INTs), pero hubo unos cambios sutiles, como que en la semana 1, Daboll subió al palco a llamar la ofensiva, ‘haciendo un McVay’ de llegar rápido a la línea y poder mantener unos segundos más la comunicación para ayudar al QB. También ayudó que ese año se fueron los receptores enormes sin velocidad (Zay Jones, Kelvin Benjamin) y llegaron jugadores que se desmarcan más rápido (John Brown, Cole Beasley).
Pero había unos detalles: seguían siendo un equipo que corría mucho (44% pase en primer down en los primeros tres cuartos en 2018 subió 49% a 2019). Todo eso cambió en 2020, ayudados con la llegada de Stefon Diggs, quien abrió toda la ofensiva y lanzaron en el 64%.
La ofensiva voló al hacer este cambio, que demuestra que ayudas al QB no corriendo en los primeros downs, sino lanzando, cuando la defensiva no lo espera. Pese a no tener un ataque terrestre top, usaron engaños de carrera en 34% de las jugadas (segundos que más) y aunque bajó el promedio de yardas en el aire (9.1 tras estar en .9.8 y 11.5), completó más pases profundos (48.6% tras apenas 32.8% en sus primeros dos años).
Todas estas mejoras llevaron a que los Bills fueran el ataque más anotador y que consiguiera al menos 20 primeros y diez en cada partido, algo solo visto con los Patriots en 2012. Buffalo solo despejó 42 veces en el año, la segunda menor cifra en la historia en una temporada de 16 partidos (Oilers de 1990, 34). Allen se convirtió en el primer jugador en la historia que logra al menos 4,500 yardas por pase, 35 pases de anotación y 5 más por tierra.
Es un crimen que las reglas de la liga, que complica a los asistentes que siguen en los Playoffs, le haya costado a Brian Daboll la oportunidad de ser entrenador en jefe este año.
En estas previas de la NFL han leído una y otra vez que los equipos necesitan lanzar más, por lo que sonará raro que aquí estemos hoy pidiendo que los Bills corran mejor. Ojo: mejor, no más.
Buffalo fue el equipo que más pasó en ‘situaciones controladas’ el año pasado (básicamente, excluyendo últimos cuartos y tercer down, que pueden ser situaciones obvias de pase) y realmente su línea no tenía mayor empuje el año pasado. Sabiendo eso, los equipos se fueron alejando de la línea y ponían cajas con muy pocos jugadores, retándoles a correr. Y aún contra pocos defensivos, no podían: 42% success rate, 3.9 yardas por acarreo.
Hay situaciones, como en zona roja y necesitando menos de dos yardas, que es mejor correr y ahí tienen que mejorar. No puede repetirse lo de 2020, en que en 43% de los acarreos hubo contacto antes de la línea de golpeo.
Repetimos: no es correr más, no es necesario… pero sí poder correr mejor que el año pasado. Y Allen puede ayudar con ello, con algunas optativas o acarreos diseñados para explotar su tamaño y falta de defensivos en frente.
En 2020, los Bills tuvieron que suplir las bajas Shaq Lawson y Jordan Phillips en la línea, lo cual se hizo más complicado todavía cuando el equipo tuvo de baja en algún punto a Matt Milano, Tremaine Edmunds, Tre’Davious White, Levi Wallace y Josh Norman. Terminaron la temporada con apenas 25.3% de presión, lo cual decidieron salir a atacar en el Draft.
Optaron por no abrir la chequera por J.J. Watt, decisión que podría dar frutos a mediano plazo por ahorrar dinero, aunque pedirle a Gregory Rousseau y Boogie Basham que sean la solución inmediata sería un salto de fe importante.
Lo que sí ayudará es que recuperan es a Star Lotulelei, quien no presiona mucho pero es clave en el juego por tierra. Eso también debería ayudar a mejorar a una unidad que tiene pocos puntos débiles, pero tampoco son sobresalientes.
En cuestión de tres años, los Bills pasaron de ser uno de los equipos con peores manos a quizás el mejor.Stefon Diggs fue líder en yardas y recepciones en su primer año en Buffalo. Cole Beasley es el hombre de seguridad en trayectorias cortas. Gabriel Davis es el receptor para jugadas grandes y llega el veterano Emmanuel Sanders, que en Nueva Orleans tuvo lesiones y también de su mariscal, pero cuando estuvo fuera Michael Thomas, tuvo 40 recepciones para 511 yardas y dos anotaciones. También está Isaiah McKenzie, el regresador de patadas y quizás el más veloz de todos ellos, quien podría tener algún bombazo de cuando en cuando, y el favorito de Aaron Rodgers, Jake Kumerow.
Así que debería repetirse el uso de personal de 2020, en el que prácticamente 9 de cada 10 jugadas había al menos tres receptores, incluyendo 15% con personal 10 (1 RB, 0 TE, 4 WR), que solo Arizona usó más. Ayudaría un poco más de variación, porque en personal 11 corrieron apenas 33% del tiempo y en 10, 24%. El siguiente paso de la evolución de Josh Allen es que vea la defensiva y pueda cambiar en la línea a acarreos o pases dependiendo del personal en la caja.
Los Bills ganaron su división por primera vez desde 1995 y llegaron a la final de conferencia por primera vez desde la temporada de 1993. Pareciera que están lejos de los Chiefs por el 38-24 de la final de la AFC, aunque una mejor ejecución en zona roja cambiaría esto.
Para 2021, el calendario no se complica demasiado, por más que los tres equipos de la división aparentan mejoras. De hecho, la defensiva podría hasta tener un camino más fácil que el año pasado, aunque pareciera que todos sus partidos de visitante son fuera de casa (Bucs, Chiefs, Titans, Saints).
Así que Buffalo, en el cuarto año de contrato de novato de Josh Allen, tiene quizás su mejor oportunidad de llegar al Super Bowl. Todavía no es un contrato demasiado pesado, sigue el arquitecto del ataque, Brian Daboll, quien tiene que retocar algunos detalles, pero es una ofensiva que les permitirá estar contendiendo. Sean McDermott es un buen entrenador del otro lado, sólido. Nunca habían estado tan cerca de volver al Super Domingo desde los cuatro viajes consecutivos en los noventa. Veremos si están a la altura de las expectativas.
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